El encanto de la Ruta 66 continúa cautivando a la gente de todo el mundo. Transcurre entre Chicago y Los Ángeles, “más de dos mil millas en todo el camino” en palabras del popular himno del R&B de Nat King Cole, esta legendaria carretera pasa a través del corazón de los Estados Unidos en un viaje en diagonal que toma algunas de las escenas más arquetípicas de la carretera del país. Si buscas grandes despliegues de señales de neón, paradas de camiones oxidados en medio de la nada, o lo kitsch americano, haz lo que dice la canción y “diviértete en la Ruta 66”.
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Tal vez el motivo más convincente para seguir la Ruta 66 es experimentar los orígenes de la América contemporánea. Antes de que se llamara Ruta 66, y mucho antes de que fuera pavimentada en 1926, este corredor era atravesado por la National Old Trails Highway, una de las primeras carreteras transcontinentales del país. Durante tres décadas antes y después de la Segunda Guerra Mundial, la Ruta 66 se ganó el título de “Calle Principal de América” porque atravesaba pequeños pueblos del medio oeste y el suroeste, bordeados por cientos de cafés, moteles, gasolineras y atracciones turísticas.
Durante la Gran Depresión, cientos de miles de familias campesinas, desplazadas del Tazón de Polvo, se dirigieron hacia el oeste a lo largo de la Ruta 66 hasta California, siguiendo lo que John Steinbeck llamó “El camino de la madre” en su novela “Las uvas de la ira”. Después de la Segunda Guerra Mundial, muchos miles más expresaron su movilidad ascendente dejando el Este industrial, con destino a buenos trabajos en el idilio suburbano del Sur de California. Otra vez siguiendo la Ruta 66, que llegó a encarnar el cambio demográfico del Cinturón del Óxido al Cinturón del Sol.
Aquí tienes algunos de los mejores mapas de la Ruta 66 que hemos encontrado:
Si lo que buscas es un itinerario de la Ruta 66, solo diré que se sale desde Chicago y se termina en Los Ángeles. El resto, depende de las ganas, el presupuesto y, sobre todo, del tiempo del aventurero que se lance ante este reto. Y… ¿qué hay en medio? A parte de 2278 millas, infinidad de pueblos en los que perderse, parques por explorar, puentes, gasolineras, paisajes inigualables, desiertos, bosques, ciudades, cafeterías, museos, puentes, restaurantes y tiendas que nos muestras lo que un día fue la Carretera Principal de América. Pero todo esto sin olvidar que el camino es el viaje en sí. Que lo bonito de la Ruta no es llegar a los sitios para verlos, sino disfrutar de ese trayecto, de esas interminables rectas, de esa carretera que sirvió a los americanos durante varias décadas del siglo pasado para viajar a California tras sus sueños.
Por eso, esto no va de itinerarios ni de etapas, ni de kilómetros recorridos cada día. Ni siquiera de dónde se puede dormir (aunque algún sitio sí que apunto) ni de las maravillas que te vas a encontrar. Con esta entrada solo pretendo señalar aquellos lugares en los que yo me pararía un poquito más de tiempo del que normalmente se tiene previsto si planificas la ruta desde casa.
Estaciones de servicio hay muchas durante las casi 2300 millas de nuestra aventura. Unas mejor conservadas y otras algo más abandonadas, pero sin duda, una que merece mención especial es la de Gay Parita Sinclair Station Route 66, en Paris Springs (Missouri). Nos desviamos un poco de la autopista y encontramos los auténticos tesoros de la Ruta. Esta gasolinera la regentaba un hombre llamado Gay Parita, cuyo lema era: “viajeros de todo el mundo tienen como sueño recorrer la Ruta 66, el mío es conocer a toda esa gente”. Por desgracia, este hombre falleció meses antes de que nosotros emprendiéramos camino, pero su parada es obligatoria por la historia que tiene, ya que recreó la estación de los años 30´y era conocido por su hospitalidad. Que era una persona querida no hay duda en cuanto te asomas a la valla y ves la cantidad de recuerdos que han dejado en ella.
Muchas son las películas que se han basado o ambientado en la Mother Road, pero una que la gran mayoría de las personas conoce, sobre todo los peques, es Cars. En Galena (Missouri) se sitúa la estación de servicio The Four Women on the Route. Está regentada por cuatro mujeres y, según nos contaron ellas, los creadores de Cars se basaron en su gasolinera para hacer la película.Tienen los coches protagonistas en la puerta y un libro donde nos muestras todas las similitudes. Además, en Cars 2 aparecen las 4 mujeres representadas con dibujos.
Durante el trayecto, hay muchos museos, y muy interesantes, relacionados con la Ruta 66 pero, si tenemos que elegir uno, nos quedamos con el National Route 66 Museum. No es un museo tal y como nos los imaginamos. Está en Elk City (Oklahoma) y tiene gran parte al aire libre. Representa un pueblo de la época con colegio, hotel, farmacia, un puente, estación de servicio… A algunos de ellos puedes entrar y tienen muchas más cosas para ver dentro, como un Cadillac en el que simulas que están en un típico cine de coches. Para mí, uno de los mejores de la Ruta 66. La entrada cuesta 5 dólares.
Cuando paramos a comer camino a Texas, nos encontramos con una familia, los padres y dos chicos de unos 18-20 años que decían que su pasión eran los coches. También estaban haciendo la Ruta pero en sentido inverso y se paraban en todos los lugares donde veían coches abandonados o antiguos. Estoy segura de que dedicaron un buen pellizco de su tiempo al Cadillac Ranch. Se encuentra a la salida de Amarillo (Texas). Lo forman una hilera de Cadillacs anclados en la tierra y pintados por todo el que quiera colaborar. Es un lugar que también da mucho juego para las fotos. Pero, en realidad, lo que más nos gustó de Amarillo fue el lugar donde cenamos, el Coyote Bluff Cafe, cuyas hamburguesas (para variar) estaban buenísimas. Cuidado con la hora de cierre que es temprano, que llegamos a las 21:40 y casi no nos sirven…
Una mezcla de sensaciones te invade en este momento…es justo cuando llegas al Midpoint. Sí, estamos en la mitad de la Ruta 66. Te sientes feliz porque ya llevas la mitad de la aventura recorrida (y seguro que piensas que está siendo mejor de lo que esperabas), pero también triste porque ahora empieza la cuenta atrás. La señal de las 1139 millas recorridas y las 1139 que nos quedan por recorrer se encuentra en Adrian (Texas). El pueblo en sí no tiene nada, solo una cafetería famosa por estar en el Midpoint y la señal pintada en el suelo.
Nos adentramos en Nuevo México. Un estado del que no esperaba tantos como de otros y me sorprendió bastante.El primer sitio que menciono de este estado poco tiene que ver en sí con la Ruta. Es el Blue Hole. Se encuentra en Santa Rosa y lo que tiene de particular es que os podéis dar un remojón en una especie de poza en medio del desierto. El Blue Hole mide 18 metros de diámetro y 25 de profundidad. Está lleno de gente de la zona que va a darse un chapuzón para aliviar esos calores. Nosotros no pudimos hacerlo, una vez más por el tiempo, pero puede merecer la pena.
Una de las mejores cosas que tiene Estados Unidos para los viajeros son los diferentes paisajes y pueblos que puedes encontrar a lo largo y ancho del país. Sin duda, Santa Fe es la mejor muestra de ello. Para llegar a este pueblo hay que desviarse de la Ruta 66 unos 60 kilómetros, pero vaya si mereció la pena totalmente. Fue uno de los pueblos que más me sorprendió. Esas casas bajas marrones que solo había visto en la tele con la plaza del pueblo sacada de una película mexicana, junto con la gran cantidad de población autóctona hacen de este lugar un sitio especial. Sin duda alguna, si volviera, haría noche en este pueblo.
Donde sí que hicimos noche fue en el Hotel El Rancho. Sin duda, fue una de las maneras más auténticas de vivir el oeste americano. Está situado en Gallup (Nuevo México). Por aquí han pasado los principales actores y actrices de la época dorada del Westerns americano como John Wayne, Ronald Reagan, Humphrey Bogart, Katharine Hepburn, Joan Crawford, Kirk Douglas, Doris Day, Gregory Peck, Burt Lancaster …Es importante reservar con tiempo porque se suelen agotar las habitaciones en el hotel, aunque tiene un apartado de hostal también disponible (aunque con menos encanto).
Unos kilómetras más adelante llegamos a Winslow. Es la ciudad más poblada del territorio navajo, con aproximadamente 10.000 habitantes. En sí no tiene mucho, pero vale la pena la parada para hacerse la foto en el dibujo de la Ruta 66 que hay en un cruce de cuatro calles. Además, justo en el cruce hay una figura de un hombre esperando en una esquina referida a la canción de los Eagles “Take it easy” de 1972, que hizo esta ciudad mundialmente conocida.
Y cerquita del Gran Cañón del Colorado nos encontramos con mi pueblo favorito de la Ruta 66, Williams. Cuando vuelva a hacerla (porque, sin duda, volveré), este será uno en los que repetiré noche, porque como llegamos tan tarde apenas pudimos disfrutarlo un par de horas. La plaza del pueblo simula la de un pueblo del oeste, dan cenas y hay música en directo. Nosotros cenamos en el Cruiser´s, que estaba en una calle paralela a la plaza, también con un chico tocando y cantando country en directo.
Desde aquí se puede coger el famoso tren de Williams que te lleva al Gran Cañón.
Estar a 200 kilómetros de Las Vegas y no pasar alguna noche en la ciudad parece que es en sí más pecado que el mismo hecho de ir… Pero, sinceramente, no me entusiasmó mucho. Los hoteles, super currados, es sí. Paris, Venetian, etc. muy chulos. Pero, aparte de eso, poco más que añadir. Bueno sí, que en el hotel en el que nos alojamos nosotros, el Flamingo, la piscina a las 6:10 pm estaba ya cerrada…
Hay varios outlets con muchas tiendas, pero no encontramos esas super gangas que tanto esperábamos nada más que en un par de cosas.
Quizá lo que más nos gustó fue la pizzería en la que comimos en Las Vegas pueblo, Pizza Rock, en 201 N 3rd St,Las Vegas, NV 89101,Estados Unidos.
Para llegar de Las Vegas a Los Ángeles hay que atravesar el desierto de Mojave. Y, en ese desierto, se encuentra Calico, ya en California. Un auténtico pueblo del oeste.Fue fundado en 1881 aunque en 1950 se restauró. Muy currado. La única pega, los 45 grados a los que estábamos en ese momento. Ese día, en Murcia, tenían la misma temperatura, así que algún consuelo encontramos, nosotros, al menos, estábamos de viaje…
Aunque la entrada en Los Ángeles no fue la esperada, mucho atasco en unas autovías con seis carriles y una multa de aparcamiento nada más llegar, la playa de Santa Mónica merece eso y mucho más. Probar el agua del Pacífico al lado del famoso embarcadero mientras se pone el sol no tiene precio. Bueno, sí que lo tiene, los 60 dólares de multa (cuidado con esto).
El otro motivo por el que salvo a Los Ángeles es por Universal Studios. Y es que me encantan los parques temáticos, no lo puedo remediar.
Me he dejado en el tintero muuuuuchas cosas. Pero es que es imposible resumir en una entrada toda una aventura de miles de kilómetros por la Ruta 66. ¿Qué añadiríais vosotros?